sábado, 17 de mayo de 2014

Los cristales rotos

Sobre  El desencanto de Jaime Chávarri (1976). 

El desencanto es un retrato de familia. Y una estampa es una mentira elaborada sobre una máscara, como el propio Chávarri definiría a su película sobre la saga de los Panero. Leyenda desde entonces. Mito de malditos, de locos y poetas. Una visión sesgada, particular, sobre los trozos de cristales rotos que fueron estas personas. Sobre cómo pudieron romperse, afilarse y cortarse unos a otros. 

 

 

La figura del padre es monumental, constituye la piedra angular de la locura de los hijos. Su ausencia en vida y muerte ha perfilado el carácter desbordante de los herederos. La madre -impasible, serena, sensata, elegante- acuna su demencia, la acompaña, la engrandece. 

 

 

Y entre tanta locura se adivina mucho sufrimiento y más lucidez. Aunque puede que el orden sea inverso, la clarividencia extrema lleva al padecimiento y éste a la histeria. Nada está claro, hay tanta bruma, tanto exceso, tanta línea curva… Son seres laberínticos a los que más que entender, miras y escuchas, como hechizada.

 

 

Esta película recoge trazos de la vida en familia de los Panero, el puzle se presenta incompleto, es el espectador quien debe adivinar qué hay detrás de cada uno de esos personajes, casi irreales, que fueron capaces de tanta creación y destrucción. Algo muy obscuro se palpa en las tranquilas conversaciones de salón y de terraza, en las horas pausadas de la casona familiar, en sus bestiales discursos y silencios, en su presencia desvalida y aristocrática.







La poesía fue su cosmos y pagaron un alto precio por ello. Solo se pudieron sostener en las palabras que ellos violentamente forjaron como tótems. No estaban preparados para el mundo de los otros, fuera de aquella familia, de aquella casa, de aquella lírica. No eran personas hechas para la normalidad. Vivieron peleados ante una realidad de la que se abastecieron de forma ingente, que no aceptaban y que no les pertenecía, aunque no pudieran desprenderse de ella. Por ello, intentaron destruirla desde el desencanto.